Esta constatado que la música produce efectos positivos en el desarrollo del cerebro, por ello tienen gran éxito programas dedicados a la estimulación infantil a través de la escucha, sobre todo utilizando música clásica. Sin embargo darle al botón del play y dejar al bebe oyendo no parece ser la mejor opción para conseguir este propósito, según ha explicado hoy la doctora Jessica Phillips-Silver, del Brain Music and Sound Research Laboratory de la Universidad de Montreal y perteneciente al grupo de investigadores del proyecto de excelencia de la UAL que está inmerso en buscar nuevas posibilidades para mejorar la lecto-escritura de los niños sordos, cuya investigadora principal es Maite Daza. Phillips-Silver ha mostrado hoy a los alumnos y profesores de la Universidad de Almería los resultados de su trabajo sobre neurociencia de la música con la conferencia “Sentir el ritmo: La música es un proceso multisensorial”. Experimentando con bebes de seis meses “se constata como prefieren los sonidos con los que experimentaron movimiento, sean del tipo que sean: por el movimiento del cuerpo sentimos el ritmo, transferimos el acento a la percepción auditiva”.
El estudio concluye que la percepción es multisensorial y la explicación científica es que el sistema vestibular interactúa con el sistema auditivo y que esto ocurre ya en el vientre de la madre.
¿Todo el mundo siente el ritmo? “Estamos mucho mejor de lo que pensamos, casi todas las personas sienten el ritmo, es muy difícil encontrar a alguien que no”, asegura la doctora canadiense. Incluso las personas que padecen “Amusia congénita”, continúa, enfermedad que padece el 4% de la población y que consiste en la incapacidad de percibir las alturas de tono, “pueden sentir el ritmo, porque éste existe sin melodía”.
Las implicaciones de esta investigación, además de abrir nuevos campos, por ejemplo en colaboración con los investigadores de la UAL para trabajar sobre nuevas técnicas de aprendizaje de la lectura para los niños sordos, son por una parte, cambiar algunas teorías muy rígidas que se aplican en la enseñanza de la música y promover el movimiento, el uso del cuerpo, dentro de la pedagogía musical.
También dentro de las familias, ha explicado Jessica Phillips-Silver, porque “ahora sabemos y hemos demostrado científicamente que la percepción es multisensorial y por ello no se trata de que el bebe escuche sino que dance, que se mueva, que bailemos con él”.
Otras implicaciones de esta investigación son aportar nuevos recursos dentro de la musicoterapia y la posibilidad de utilizar el ritmo y el movimiento en la rehabilitación para los problemas neuropsicológicos, como son aquellas personas afectadas por la enfermedad del alzheimer.