Lo sorprendente del escándalo político de los asesores del PSOE en la Diputación de Almería, es que se pretenda reducir el problema (porque lo sucedido es un problema y gordo) a que hay algunos asesores que cobran sin dar golpe o que cobran de Diputación y trabajan en el partido. Y sorprendente es que, con una actitud no exenta de cinismo, desde el ámbito socialista se haya mostrado la satisfacción por la celeridad con que el presidente de Diputación, Juan Carlos Usero, ha resuelto la mini-crisis, con el cese de unos cuantos asesores, en cierto modo por ‘bocazas’. Por otra parte, resulta irónico que desde el PP se intente montar el escándalo; piden explicaciones, un pleno extraordinario y la dimisión del presidente. Por lo visto los asesores del PP son ‘buenos’ y se ‘curran’ el sueldo de asesor y los del PSOE son ‘malos’. El Partido de Almería (PAL, en pacto con el PSOE) e Izquierda Unida (pocos asesores tienen pero también los tienen), han sido discretos ante un problema que salpica a todos los partidos, todos están pringados. Aunque en este caso es verdad que la principal responsabilidad recae en el PSOE, que es quien manda en Diputación. Otra historia de lo mismo es la del Ayuntamiento, gobernado por el PP con el GIAL, escenario donde también proliferan los asesores. En fin, que éste es el problema: la exigente necesidad política de que los asesores son ¿imprescindibles?, una cuestión que nadie explica. Alguien tiene que aclarar con luz y taquígrafos, desde los partidos políticos, por qué tiene que haber asesores, y sobre todo tal número de asesores.
Dentro del problema gordo en sí, es que además la Diputación tiene el récord de número de asesores de toda España. En pleno proceso de formación de la corporación provincial, después de las elecciones municipales, la prensa nacional sacó a la luz que la Diputación de Almería tenía previsto el mayor número de asesores del país, más de 70. La noticia produjo tal escándalo que se frenó el despropósito. Llegó el verano, y a la chita callando, los nombramientos fueron desgranándose en silencio, y la opinión pública ‘in albis’ de lo que ocurría. Basta con echar un vistazo al Boletín Oficial de la Provincia para conocer de primera mano la lista de asesores y sus sueldos, aunque hay cargos como lo directores de organismos autónomos de Diputación (Instituto de Tutela o Instituto de Estudios Almerienses, entre otros), incluidos en este apartado.
La aparición de los asesores tiene un primer punto de partida histórico. Surgen con la democracia. En los nuevos ayuntamientos y diputaciones, la clase política se encuentra ante unos funcionarios, en determinados casos fieles al régimen franquista. Los recelos son mutuos en los primeros tiempos. La exigencia del cambio que la democracia impone lleva a los partidos a crear asesores de confianza, expertos en temas fundamentales, para sacar adelante y consolidar la programación política ‘democrática’. Y lo que en un principio surge para asesorar sobre decisiones vitales, termina por convertirse en una manera de pagar favores y de colocar a ‘compañeros de partido’ que han tenido mala suerte en las elecciones, tengan o no tengan conocimientos y saber sobre las tareas asignadas. En muchos casos, sin garantías ni formación para el tema asignado.
El sistema ha sido minado desde dentro y el ‘político’ se convierte en un profesional cuando no en un mercenario. La ciencia política es prostituida y los principios y las ideas son arrojados fuera del sistema. La democracia se convierte en una simple cuestión electoral. Elecciones cada cuatro años y poco más. Todos los idealismos iniciales se han ido desmoronando en una sociedad de consumo que lo devora todo con la complicidad de los partidos. El desencanto es total. En realidad la democracia ha sido traicionada y habría que empezar de nuevo. Desde cero.(Publicado en IDEAL, jueves 16 de octubre, 2008, página 23)