Dos años después de la última reforma laboral, las consecuencias no pueden ser más nefastas. El incremento del poder unilateral del empresario unido al recorte de derechos y garantías de los trabajadores, siendo paradigma de lo primero, las reformas en materia de modificación sustancial de las condiciones de trabajo o descuelgue de las condiciones de convenio, y paradigma de lo segundo, la reforma en materia de despido improcedente, con la supresión de los salarios de tramitación y reducción de la indemnización, o el período de prueba de un año del contrato indefinido de apoyo a emprendedores, junto con la desregulación que no flexibilidad de las condiciones de trabajo en el seno de los centros de trabajo, o la perdida de la autorización administrativa para los EREs,… ha y está provocando daños letales en el mercado laboral, en el sistema de relaciones laborales y por tanto para el conjunto de trabajadores y trabajadoras.
El objetivo de la reforma y de las distintas vueltas de tuerca que se han venido produciendo desde febrero de 2012, hasta 34 (Informe Fundación 1º de Mayo-Centro Sindical de Estudios de CCOO), pretenden convertir el despido, en algo socialmente irrelevante, desde el concepto ideológico de “depreciación del valor del trabajo” y esta sin duda es una cuestión que en ningún caso se puede obviar. Y junto a ello, que no es una cuestión menor, bajar el coste del factor trabajo. Para ello la reforma introduce un grave desequilibrio en las relaciones laborales en favor de una de las partes y, sobre todo, introduce cambios en la negociación colectiva para dotar de instrumentos tanto legales como de presión en manos de los empresarios para conseguir ese objetivo.
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la reforma laboral está respondiendo a la línea estratégica de ofrecer mecanismos de liquidación y ajuste de plantillas, tanto al sector privado como al sector público.
Por tanto a dos años de la reforma laboral impuesta por el Gobierno de Rajoy, los objetivos de la exposición de motivos que explicaba la Ley, tiene poco que ver con la realidad concreta del empleo y de las relaciones laborales hoy.
La Reforma Laboral no ha frenado la destrucción de empleo, no ha favorecido la contratación indefinida, no se ha avanzado mediante la negociación en la flexibilidad interna de las relaciones laborales, no ha fomentado la contratación, ni se ha reducido la temporalidad, no se ha desarrollado la empleabilidad de los trabajadores.
La destrucción de empleo asalariado, por el contrario, se ha convertido en una constante. Destrucción que se concentra en los empleos indefinidos de carácter permanente, mientras que en los temporales se registra una mayor intensidad de la pérdida de empleo entre los contratos de sustitución
La reforma laboral ha agravado de forma drástica la precarización de las condiciones laborales en nuestro país, promoviendo un mercado laboral más ineficiente e injusto.
La reforma laboral, han incidido en el estado lamentable en el que están las cosas, generando una quiebra en materia de derechos a la vez que no han contribuido a reducir la tasa de desempleo, más bien al contrario, ha acelerado su destrucción.
Las reforma laboral no han ayudado a hacer más estable el empleo; por el contrario, al facilitar y abaratar el procedimiento del despido, han provocado que el empleo estable se reduzca más que nunca en la crisis.
Aumenta el volumen de contratos temporales de menos de tres meses de duración
Continúa la destrucción de empleo a tiempo completo y la creación a tiempo parcial no voluntario, con jornadas de trabajo completas, pero con salarios vinculados al tiempo parcial.
Se incrementa la tendencia al aumento de las personas ocupadas subempleadas, es decir, de aquellas personas que tienen un trabajo, pero no tienen un salario suficiente que les garantice llegar a final de mes.
El desempleo de larga duración continúa aumentando hasta alcanzar el 58,5% del paro, y con ello el incremento de la población en riesgo de exclusión social.
De manera simultánea se ha producido una intensa devaluación salarial, se han reducido los costes laborales, han aumentado, y mucho, los beneficios empresariales pero la economía ha vuelto a la recesión y se ha destruido muchísimo empleo, sobre todo empleo asalariado estable, convirtiendo La reforma laboral es una herramienta para la devaluación salarial.
Un dato muy significativo es, que la ocupación cae a la par que el desempleo crece, la precariedad laboral se extiende, la pobreza y las desigualdades sociales se incrementan.
La Reforma Laboral ha supuesto la destrucción de casi un millón y medio de empleos (hay exactamente 1.354.644 ocupados menos).
La reforma laboral ha agravado de forma drástica la precarización de las condiciones laborales en nuestro país, promoviendo un mercado laboral más ineficiente e injusto.
De los 14.792.614 contratos registrados en 2013, solamente 1.134.949 era indefinidos. Esto supone solamente el 7,67 por ciento de los contratos registrados en 2013, dos centésimas menos que en 2011.
Daños letales son los que están produciendo las medidas del Gobierno, y no son más y con mayor alcance, por la acción de los sindicatos, hay que decirlo alto y claro, es el trabajo del sindicato, el que está impidiendo que en materia de despidos, de negociación colectiva, de condiciones de trabajo se vaya mucho mas allá.
Es la negociación, es el conflicto, son las huelgas, las manifestaciones, la acción de los servicios jurídicos y técnicos del sindicato, la que esta impidiendo un mayor desastre.
Por Rodolfo Benito Valenciano | Secretario Confederal de Estudios de CCOO | Presidente de la Fundación 1º de Mayo
Artículo publicado en Nueva Tribuna.