En el periodismo siempre tuvo un lugar singular, significativo, y no siempre destacado en su justa medida, el autor de los dibujos, del humor, de los chistes, porque de todas estas y más maneras todavía se ha denominado el trabajo que hace, por ejemplo, Paco Martín Morales, “Martinmorales” (Almería, 1946) para entendernos. También se ha dicho que en muchas ocasiones, a tenor del autor incisivo, un dibujo en un periódico diario puede equivaler a un editorial, que analiza, interpreta, valora e impone criterios a la realidad, con puntos de vista sobre aspectos que puede que se le escapen al redactor de noticias. Y cada dibujo de Martinmorales propone una entrada al conocimiento de una realidad informada y criticada. El dibujante ha sido distinguido con el Premio “Libertad de Expresión 2012” que concede cada año la Asociación de Periodistas de Almería, coincidiendo con el “Día Mundial de la Libertad de Prensa “ (3 de mayo). Martinmorales nació en Almería, lugar de su infancia, y estas raíces alimentaron parte de su identidad, que también se forjaron en Granada, que es la ciudad donde lo conocí en 1971. Yo entonces, en mi primer trabajo de periodista, pardillo, y él con su carpeta con sus dibujos alumbrando hacia muchos horizontes. Recuerdo que sus dibujos veían la luz, aunque no siempre, en Ideal, pero sobre todo en Barcelona gracias a cierto padrinazgo de El Perich. Y desde entonces se fraguó una amistad sincera y firme. Entre encuentros, conversaciones, diálogos abiertos, en cualquier lugar. Y siempre con el espíritu crítico e independiente, radicalmente independiente, en medio de una generación forjada en la resistencia.
Con Martinmorales siempre está la Alpujarra, su pequeña patria, el mundo rural, campesino y familiar. Años de inquietudes especiales, que a veces había que camuflar. Recuerdo aquel dibujo, sin palabras. No hacían falta. La imagen hablaba por si sola. Un campo de labranza, con muchos surcos bien trazados. De repente hay un surco que se desequilibra en multitud de curvas, se queda sin terminar y el arado permanece abandonado a un lado. La imagen muestra en un lateral del dibujo a un campesino montado en su burro, en la dirección que marca un cartel: “A Alemania”.
Martinmorales vivió la Transición con optimismo y esperanza, pero sin olvidar que su trabajo exige trabajo diario, rigor, seriedad y compromiso. La clase política entró en su observatorio. Sin contemplaciones. Eso no siempre fue bien entendido, sobre todo cuando sus dibujos apuntaron en los ochenta hacia el socialismo establecido desde el desencanto. Siguió en la misma línea, siempre, poniendo al descubierto las contrariedades e incoherencias que aparecía (y siguen apareciendo) en cada momento, en torno al sistema y sus dirigentes.
Por Almería regresó en varias ocasiones. Con una exposición en 1976 o ilustrando las jornadas de “Manifestación Cultural Andaluza”, organizada en Adra, en 1977, por ejemplo. Pero lo importante ha sido siempre su trayectoria, sus carteles, sus libros, sus exposiciones, sus dibujos y la multitud de historias que siempre acompañan a su manera de comprender lo que pasa en la calle y en los despachos oficiales.
El premio de los periodistas almerienses es el reconocimiento justo a una importante trayectoria de nuestro periodismo, con la esperanza de que la recuperación de Paco concluya algún día con su regreso al encuentro con esta realidad que necesita de su sonrisa crítica. Hoy más que nunca.