Tirar la casa por la ventana. Cuando Níjar se destruyó a sí...

Tirar la casa por la ventana. Cuando Níjar se destruyó a sí misma

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Villa de Níjar

Níjar se desprendió de todos sus bienes materiales.

Nijar es hoy una próspera villa del levante almeriense. A ninguno de sus vecinos se le ocurriría vaciar sus despensas, arrojar los muebles de sus casas a la basura, derramar todo el vino de sus bodegas, tirar el dinero o el tabaco de los estancos. Sin embargo, un día de septiembre de 1760, Níjar se destruyó a sí misma. El historiador Antonio Gil Albarracín, imparte la conferencia titulada ‘Tirar la casa por la ventana’, en la que dará explicación de porqué una villa, por entonces básicamente dedicada a defender la costa de los ataques enemigos, terminó por quemar todas sus posesiones materiales en una noche de etílica recordada entre otros por Ortega y Gasset en su ‘Rebelión de las Masas’. Un suceso poco conocido por los vecinos pero que sin duda atraerá a nijareños, historiadores y curiosos. 

La cita con la historia es mañana martes en la Antigua Plaza del Mercado de Níjar a las 20:30 h, pero para ir abriendo voca podemos leer a Ortega. El filósofo reproduce un vetusto texto de Sánchez de Toca según el cual, durante las celebraciones por la coronación de Carlos III, los habitantes de Níjar se emborracharon de tal manera que arrojaron por las ventanas todo lo que había en la villa de valor, dineros, cereales, muebles, todo tipo de bienes, tanto públicos como privados. Ortega lo ponía como ejemplo de su concepción de que "abandonada a su propia inclinación, la masa, sea la que sea, plebeya o "aristocrática", tiende siempre, por afán de vivir, a destruir las cosas de la vida." Suponemos que un antropólogo hubiera visto en el singular hecho un ejemplo de un potlach generalizado:

Ortega y Gasset

Ortega cita el suceso en ‘Rebelión de las Masas’

"Hízose la proclamación en la plaza de la villa. Después mandaron traer de beber a todo aquel gran concurso, el que consumió 77 arrobas de Vino y cuatro pellejos de Aguardiente, cuyos espíritus los calentó de tal forma, que con repetidos vítores se encaminaron al pósito, desde cuyas ventanas arrojaron el trigo que en él había, y 900 reales de sus Arcas. De allí pasaron al Estanco del Tabaco y mandaron tirar el dinero de la Mesada y el tabaco. En las tiendas practicaron lo propio, mandando derramar, para más authorizar la función, quantos géneros líquidos y comestibles havía en ellas. El Estado eclesiástico concurrió con igual eficacia, pues a voces indugeron a las Mugeres tiraran quanto havía en sus casas, lo que egecutaron con el mayor desinterés, pues no quedó en ellas pan, trigo, harina, zebada, platos, cazuelas almireces, morteros, ni sillas, quedando dicha villa destruída (Ortega y Gasset, 1986, 103)."

El texto original de Sánchez de Toca puede encontrarse, en versión faxsimil, en la obra del confernciante Antonio Gil Albarracín titulada ‘Locura’ de Níjar por Carlos III, que reproducen una especie de justa poética que se dio como consecuencia del frensé etílico/borbónico de los nijareños en el que hubo un intercambio de quintillas satíricas a caus del hecho. Abrío fuego un tal Ventura Lucas, a quien contestó, ofendido por la licencia, el señor alcalde de Níjar, secundándole después en el empeño la islustrada nijareña doña Francisca Moreno, vecina por entonces de Madrid. Los ataques y contraataque en rima medida no tienen despedicio. Valgan dos ejemplo de estrofas de don Ventura:

"Viva la Reyna, con modos,/y las Infantas Divinas,/(gritan) el Príncipe, y todos:/mueran Pollos y Gallinas,/Cimbrios, Lombardos y Godos./Con aquestos desbaratos/toda casa esta assolada,/no dejando tales tratos,/cazos, sillas, platos, nada,/ni aun la nada entre dos platos."

Todo esto y mucho más lo relatará una de las personas que más saben de un tema que en  su día fué noticia curiosa difundida por toda España, pero que hoy apenas es recordada por los vecinos de Níjar. Una oportunidad única para el recuerdo gracias a la voluntad y el conocimiento de Gil Albarracín. Mañana martes a las 20:30 en la antigua plaza del mercado nijareño.

 

 

 

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