Enrique Gil Calvo, que participó ayer tarde en una nueva cita del ciclo La Mirada del Hombre, organizado por la Fundación Cajamar, realizó un análisis de la juventud española, a la que se refirió como una generación sobreprotegida por los padres y que tarde mucho más que la del entorno europeo en marcharse de casa.
Durante su intervención, este prestigioso sociólogo puso en cuestión que los actuales jóvenes pertenezcan a una generación perdida, un calificativo que atribuyó a la costumbre que tienen los medios de comunicación de simplificarlo todo. Y es más, expuso que la generación actual tiene ante sí muchas oportunidades para romper con esta etiqueta.
Sí hizo hincapié en un problema de la juventud de este país y de la del resto de los países del arco mediterráneo, como es la superprotección que ejercen las familias y que se extiende en muchos casos hasta la treintena. Este «caramelo envenenado» libra a los jóvenes de las preocupaciones adultas durante un periodo de tiempo, sin embargo les priva de un entrenamiento en autonomía personal que echan en falta en el momento de la emancipación, que este país se produce en torno a los 30 años.
«La verdadera enfermedad de los jóvenes es el déficete de autonomía personal», sentención Enrique Gil Calvo, que también explicó que la crisis actual puede provocar la reacción de estos jóvenes para «salir del letargo y no dejarse llevar por el fatalismo».
En este sentido, Gil Calvo habló de cuatro modelos de juventud. Por un lado está el nórdico, marcado por unos jóvenes que abandonan el hogar familiar sobre los 18 años con la ayuda del estado, para alcanzar la emancipación total a los treinta. Algo parecido ocurre con el modelo anglosajón, aunque en este caso los jóvenes salen de casa gracias a las oportunidades del mercado laboral.
Por otro lado está el modelo francoalemán o continental, en el que es la propia familia la que ayuda a los jóvenes a salir de casa en cuanto son mayores de edad. Por contra, el modelo mediterráneo o familista, en el que se incluye España, está marcado por la protección que ejercen las familias y que retrasa la adquisición de responsabilidades.
Como consecuencia de esto, los jóvenes españoles son poco activos, conformistas, inmovilistas, poco receptivos a la movilidad geográfica y con baja iniciativa. Sin embargo, dentro de esta tendencia, Gil Calvo ha visto nuevos movimientos capaces de romper con esta tendencia, como el 15M, en el que miles de jóvenes rompieron con su conformismo y salieron a tomar las calles. O también el hecho de que los jóvenes actuales acepten la movilidad geográfica, que en este país se cortó con el estado del bienestar.
Como conclusión, este experto sociólogo aclaró que ahora, más que nunca, los jóvenes tienen en su mano ser o no una generación perdida, «depende de ellos», sentenció.