El eje de la Tierra se desplaza hacia el Pacífico

El eje de la Tierra se desplaza hacia el Pacífico

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Europa ha perdido su condición central y articuladora del mundo global en el que vivimos. El centro de la Tierra ha cambiado de lugar, ya no es el meridiano de Greenwich el que divide el mapa en dos mitades iguales. Ahora es el meridiano 180 el que se postula como el verdadero centro del planeta, gracias al protagonismo que ha adquirido el eje Asia-Pacífico en las relaciones internacionales.

Este cambio de mentalidad se introducirá en los mapas, llegará a las aulas y, lo que más preocupa en el viejo continente, relegará a Europa a un papel marginal al que no está acostumbrada. Todo, gracias a las relaciones de poder y, sobre todo, a las fuentes energéticas, que en el siglo XXI se incorporan, igual que el medio ambiente, a las políticas de seguridad de las naciones. Ahora el mundo se divide en dos: quienes tienen la energía y quienes la necesitan; Europa pertenece al segundo grupo, lo que la deja en una situación delicada y a expensas de alcanzar buenos acuerdos con los poseedores de las fuentes energéticas. Y está claro que la principal demanda viene de Asia (China e India), y esto ha producido un corrimiento que se está produciendo del componente económico, comercial y energético hacia el eje Asia-Pacífico, que va a jugar un papel fundamental en la ordenación energética y financiera del mundo.

En el mundo globalizado en el que vivimos, el tridente cambio climático, modelo energético y seguridad están íntimamente relacionados, según explicó el ex presidente del Congreso y actual presidente de la Fundación Iberdrola, Manuel Marín, en una visita reciente a Almería y en la que Nova Ciencia tuvo la oportunidad de entrevistarle. Este político retirado, como a él le gusta decir, está dedicado ahora a divulgar la problemática energética desde un punto de vista novedoso, que consiste en relacionarla con los asuntos de la seguridad nacional, algo que “pasa desapercibido para la gran mayoría de la población”, explicó en el encuentro.

La situación de España en este sentido es bastante comprometida, ya que cerca del 84% de la energía que se consume en este país viene de fuera, una situación que redunda en la vulnerabilidad frente a los movimientos en los precios de la energía y frente a estrategias geopolíticas más agresivas. “En España, este asunto ha pasado sin pena ni gloria porque no nos hemos quedado dos inviernos sin gas, como ha ocurrido en otros países de la Unión, después del corte de suministro dictado por Rusia. Esto pone de manifiesto que la energía ha entrado en las políticas y estrategias de seguridad y política exterior”, explicó Manuel Marín.

Hasta hace relativamente poco, el medio ambiente era una cuestión reservada a grupos conservacionistas, pero ahora ha entrado a formar parte de la estrategia de seguridad. “Se pensaba en el cambio climático como una cuestión sólo desde el punto de vista ambientalista, y que se podía ver desde el ángulo que tiene que ver con el desarrollo sostenible. Cuando te das cuenta, la energía se ha convertido en un elemento de seguridad fundamental, y la energía ha irrumpido dentro de las interdependencias y en los nuevos equilibrios de poder que se están produciendo en el mundo”, argumenta Manuel Marín.

La dependencia energética del exterior de España, en comparación con la del resto de los países de la Unión Europea, es sensiblemente superior, ya que la media europea está en torno al 50%. Este dado ha animado a buscar nuevas fuentes de energía en las renovables, sin embargo su nivel de desarrollo no permite pensar todavía en hacerlas las protagonistas del modelo energético, debido a que continúan expuestas a las condiciones climáticas, que determinan su producción. De ahí que en este país, todavía no se plantee la posibilidad de prescindir de las centrales nucleares. “Por razones atmosféricas, las renovables son intermitentes, funcionan en según las condiciones atmosféricas; cuando éstas no son favorables, es necesaria la potencia de la nuclear para mantener la red de suministro”.

Sin embargo, el gigante europeo que es Alemania piensa de otra manera, y después del accidente de Fukushima puso fecha de cierre a sus centrales nucleares en 2027, lo que no quiere decir que la energía que antes producía con la nuclear la confíe a partir de ese año a las renovables, sino que sustituirá la nuclear por el gas natural procedente de Rusia. De modo que la apuesta por la supresión de las nucleares no es tan limpia como a simple vista parece y enlaza con la problemática de tener que depender de un país como Rusia, que en inviernos anteriores ha jugado a mejorar su posición internacional a base de chantajes con el suministro del gas a más de media Europa. En este sentido, Alemania ha cerrado un acuerdo muy importante con el gigante ruso, con el que espera evitar estas situaciones.

Alemania se ha convertido en un país laboratorio. Es evidente que si Alemania cierra todas las nucleares en 2027, estará demostrando que se puede hacer. En función del resultado del modelo alemán se podrá pensar en prescindir o no de la nuclear en nuestro país y ya hay varios países, entre ellos Italia, que han seguido la senda abierta por Alemania”. Aunque la cuestión de un modelo energético sin nuclear no entra en la agenda de Francia y Reino Unido que “no van a renunciar a la nuclear, por razones estratégicas, por razones estrictamente de defensa”, explicó Manuel Marín.

Y ahí está una de las claves para la seguridad de un país, la de contar con un modelo energético estable y duradero, algo de lo que carece España, que a medida que cambian los gobiernos cambian también las políticas energéticas. La entrada del Gobierno del Partido Popular ha cerrado una etapa en la que había una apuesta muy decidida por el fomento de las energías renovables. Sin embargo, el déficit tarifario, que ronda los 24.000 millones y que puede acarrear varias subidas en la factura de la luz, ha obligado a recortar las ayudas a la producción de energía limpia, que se postulan como una de las alternativas para reducir la enorme dependencia energética de España. Manuel Marín piensa que hay que ir a un modelo en el que las renovables sean el eje central, sobre todo en un país como España, que está a la cabeza mundial en cuanto al desarrollo de esta tecnología.

A pesar de que la moratoria de primas ha provocado una ralentización del sector, las renovables son una fuente energética destacada, que en ocasiones han llegado a suministrar hasta el 55% de toda la energía de este país, y hacen que España cumpla sus compromisos del paquete 20-20-20, es decir, que el 20% de la energía producida en 2020 sea de origen renovable y se haga acompañar de una reducción de un 20% de las emisiones de CO2, y también realice una apuesta en la reducción de su dependencia energética, una apuesta que redundará en la seguridad.

Reportaje publicado en el número 80 de NOVA CIENCIA

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