El exilio de 1939 fue el más grande que ha vivido nuestro país. Sobre la cantidad de desplazados que hubo una vez acabada la Guerra Civil española e instaurado el régimen franquista no está muy clara, unos investigadores hablan de 700.000 personas, otros dejan la cifra en 400.000, en cualquier caso, el exilio republicano ha sido el mayor de la historia de este país. Sin embargo, poco se conoce y gran parte de estas personas han pasado al olvido, recordaba el ex vicepresiedente del Gobierno, Alfonso Guerra, en una conferencia pronunciada esta mañana en la Universidad de Almería.
Alfonso Guerra ha lamentado que los protagonistas de la Transición hicieron ese proceso «pensando en los nietos» y no se ocuparon de rescatar del olvido a todas las personas que tuvieron que salir del país para salvar su vida.
Según el ex vicepresidente, el exilio republicano supuso la marcha del 85% de los profesores universitarios, personas capaces de hacer avanzar el país y que lo dejaron huérfano de conocimiento, en manos de un régimen dictatorial más centrado en la conservación de una moral estricta que en hacer avanzar este país. Y se marcharon con la pena de ver cómo los vencedores se apropiaron del concepto de patria, así que poco les quedaba ya a lo que agarrarse, más que su deseo por regresar a la que fue su tierra.
Los exiliados fueron gente de todas las condiciones, aunque hubo muchos intelectuales, historiadores, escritores, artistas… en definitiva, gente relacionada con el saber y la cultura, capaces de impartir conocimiento. Y sobre ellos, Alfonso Guerra ha destacado su calidad moral, como la del médico personal de Manuel Azaña, quien se comprometió con el presidente republicano a inyectarle un veneno si veía que iba a ser atrapado por los tentáculos que el franquismo había extendido fuera de las fronteras españolas. Incapaz de cumplir su promesa, este médico joven decidió suicidarse.
La historia de este médico, prácticamente desconocido hasta hace poco tiempo, ilustra el compromiso que estos intelectuales tenían con sus ideas, y se ha convertido en un ejemplo claro de cómo el olvido los ha hecho desaparecer del imaginario colectivo.
“Debemos desterrar para siempre el exilio como forma de no convivencia, como forma de barbarie. La mejor forma de rechazar el exilio es recordarlo”. Con estas palabras concluía el ex vicepresidente del Gobierno su conferencia, a la que han seguido un par de minutos largos de aplausos por parte de los alumnos de Derecho asistentes al Congreso Fascismo y Democracia.
Tras la conferencia de Alfonso Guerra, el ex presidente andaluz Rafael Escuredo y el rector de la Universidad de Almería, Pedro Molina, han clausurado las jornadas organizadas por la Cátedra Rafael Escuredo de Estudios sobre Andalucía de la UAL y el Ministerio de Cultura, y que han sido dirigidas por Juan Cano Bueso y Rogelio Blanco.