A vueltas con la muralla y después de dos meses de movilizaciones para que la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía dé marcha atrás y retire las placas de acero corten con la que se han restaurado dos torres de la Muralla de Jayrán, Amigos de la Alcazaba denuncia que Cultura no les permite ver la documentación relativa a la actuación en el monumento del siglo X.
Esta asociación en defensa del patrimonio artístico y cultural almeriense ha llamado la atención sobre la postura, a su entender, «antidemocrática» de Cultura por no mostrar la transparencia necesaria para que la ciudadanía pueda entender por qué se actuó de esa manera en la restauración de la muralla.
En una rueda de prensa celebrada ayer, Amigos de la Alcazaba volvió a poner de manifiesto su malestar por que las placas de acero corten continúan instaladas, y se pregunta cuándo serán retiradas, en vista de que Cultura anunció que se trataba de una actuación provisional.
Durante su intervención, esta asociación volvió a incidir en el carácter ilegal de la restauración, en base a que se emplearon materiales que no son compatibles con la tradición constructiva del monumento, tal y como recoge la normativa andaluza de restauración.
Como ejemplo de buenas prácticas en la restauración de la muralla, Amigos de la Alcazaba recordó los trabajos realizados en las torres de La Chanca, restauradas con tapial, un material muy similar al original y que marca un contraste importante entre lo realizado en el siglo X y la restauración actual.
Además, en su página web, esta asociación denuncia la poca estabilidad que tiene el acero corten en zonas con tanta humedad como el Barranco de la Hoya, que se traducirá, según explica la asociación, en manchas y deterioro de la muralla original debido a la oxidación de este metal.
Si bien el acero corten es un material muy estable y recomendado en zonas con humedades que rozan el 60 ó 70 por ciento, en lugares como Almería, donde la humedad puede alcanzar cotas superiores al 90 por ciento, es una temeridad. Y como ejemplo ponen las manchas de óxido que se pueden observar a simple vista en la fachada del Museo de la Cuidad, que está recubierta de acero corten.